3 de diciembre de 2024
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Turismo Vimianzo

Explora cada rincón de Vimianzo

Itinerario I. Vimianzo y su entorno

Vimianzo desde San Bartolo

La primera ruta para conocer nuestro municipio abarca el propio núcleo urbano de Vimianzo y sus alrededores.

Este itinerario arranca en el alto de San Bartolo, a 407 metros sobre el nivel del mar. Este es, junto con el Monte Faro, uno de los puntos más elevados de la zona, y desde él se puede contemplar todo el valle de Vimianzo.

Este lugar se caracteriza por la abundante presencia de formaciones rocosas. Allí se levanta la ermita en honor a San Bartolo, que data muy probablemente de 1681. Su festividad se celebra el 24 de agosto, y acoge en ocasiones una romería campestre. Se cree que antiguamente era frecuente la realización de cultos paganos en puntos elevados de los montes, por lo que parece que la presencia de templos cristianos en este tipo de lugares obedece a la intención del cristianismo de santificar dichos cultos.

El siguiente punto de interés lo constituye el conjunto formado por la capilla y el Pazo de Trasouteiro. Ambos edificios son en la actualidad propiedad privada, pero el primero de ellos está abierto al público para su visita.

Según las fuentes documentales de las que disponemos, la Capilla de la Concepción de Trasouteiro, de estilo neoclásico, fue fundada a finales del XVIII o principios del XIX por D. Andrés de Aguiar e Caamaño, biznieto del fundador de la casa de Trasouteiro que, por su condición de segundón, fue destinado a la carrera eclesiástica. De la misma época son dos edificios situados al lado de la capilla que en su origen fueron una escuela pía a la que asistían niños del Valle de Vimianzo.

Se desconoce la fecha de construcción del pazo, aunque suponemos que es anterior a capilla y escuela. Hoy en día está habitado, pero su estado de conservación es muy deficiente.

Quizás sea el Castillo de Vimianzo el elemento de mayor interés de todo nuestro municipio. Está situado a la entrada del núcleo de Vimianzo y fue construido allá por los siglos XII o XIII, probablemente por los Mariño de Lobeira. Después de pasar por diferentes dueños (el último Evaristo Martelo Paumán del Nero), en 1973 fue comprado por la Diputación de A Coruña, que lo restauró y acondicionó para que pudiese ser visitado. Además, cada verano y durante los fines de semana de todo el año, el castillo acoge una exposición de artesanía en vivo en donde el visitante puede ver el trabajo desempeñado por las palilleiras, artesanos del cuero, orfebres, etc.

Si tomamos la carretera que conduce a Camariñas, entrando en Vimianzo a la derecha, nos encontraremos unos metros más allá del cruce con otra de las joyas del municipio: el Pazo de Trasariz, de la segunda mitad del XVII, con arcadas y columnas dóricas de aspecto renacentista en la planta baja y en el piso alto balcón de piedra con columnatas.

Adosada al muro oeste del pazo está la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad (de la misma fecha que el pazo), fundada por D. Antonio de Caamaño e Quintana, quien posiblemente también fue el constructor de la casa-pazo. Dentro del recinto en que ambas edificaciones se encuentran hallamos también un cruceiro de piedra.

Todo el conjunto es en la actualidad propiedad privada, y sólo se puede visitar con el permiso de la familia dueña del mismo.

Si antes hemos hablado del Alto de San Bartolo como uno de los puntos más elevados de nuestra zona, no debemos dejar de mencionar el Monte Faro, con 438 metros de altura, desde donde podemos contemplar casi en su totalidad la ría de Camariñas, Carnés y Cereixo, un paisaje natural excepcional por su belleza.

Y ya para terminar con este itinerario el viajero no debe dejar de visitar el Castro das Barreiras, situado casi a la salida del núcleo de Vimianzo, en el margen izquierdo de la C-552 dirección A Coruña-Fisterra. Se trata de un recinto fortificado rodeado por una muralla construida con tierra y rodeada por un foso que servía de elemento defensivo a los habitantes del castro. Llama la atención su situación en un valle, cuando este tipo de asentamientos solía aprovechar elevaciones del terreno o laderas de montañas, lugares más fáciles de defender en caso de ataque.

Itinerario II. Hacio el mar

Sabadelle

El segundo itinerario por tierras de Vimianzo sale de la capital del municipio, por la carretera de Camariñas llega hasta Cereixo y regresa al punto de partida pasando por Carnés.

El primer elemento de interés de este recorrido lo constituye la iglesia de San Xoán de Calo, situada a la derecha de la carretera que conduce a Camariñas desde Vimianzo, a la altura del lugar de Calo, en un terreno con un gran desnivel que baja hacia el Río Grande.
La construcción de este edificio se remonta al último tercio del siglo XVI, aunque sufrió una gran reforma a lo largo del XVIII. Más concretamente podemos decir que esta iglesia fue fundada en 1582 por el clérigo Rodrigo Thomás, oriundo del lugar de Pasarela y párroco de Santa Baia de Tines, que pertenecía a la familia hidalga local de los Álvarez de Calo y se hizo enterrar en la propia capilla, en la que se conserva su sarcófago pétreo de estilo manierista y autor anónimo, que fue construido a finales del siglo XVI.

La base estructural de esta construcción es románica, pero de ella tan sólo se conserva el interior de la capilla mayor con su arco triunfal doblado, los muros y la bóveda de cañón corrida, todo ello reformado a principios del siglo XVIII. El esquema de este presbiterio rectangular es el típico del románico rural, de gran sencillez.

Los muros de la nave son barrocos, del primer tercio del siglo XVIII (fecha de la gran reforma). La fachada y el campanario son también netamente barrocos, pero ya de los últimos años del XVIII.

La sacristía (finalizada en 1730; la construcción inicial carecía de ella), presenta bóveda de crucería nervada, pervivencia lejana de las formas góticas.

Llama la atención el escudo de armas de la familia de los Mariño, en el exterior del muro oeste del presbiterio, que fue mandado colocar por don Andrés Mariño y Romero, patrón de la iglesia y que subvencionó las obras llevadas a cabo a principios del XVIII. Dicho escudo presenta la sirena de los Mariño y los tres lagartos bajo una losa de los Losada.

Es en el mismo lugar de Calo donde, tomando un desvío a la izquierda, llegamos a Casa do Prado, donde sólo existe una vivienda. El interés de hacer este desvío reside en la gran belleza del paisaje que se puede contemplar en el camino. Se trata de parajes solitarios en los que alguna vez se pueden ver caballos salvajes.

Para seguir nuestro itinerario debemos retornar a Calo y, desde allí, tomar el desvío a Castrobuxán (señalizado a la izquierda).

En Castrobuxán podemos disfrutar del conjunto arquitectónico barroco dedicado a Nuestra Señora de la Concepción, formado por una ermita, un cruceiro y una fuente sagrada, y que está situado en un lugar aislado en el medio del monte.

Según las fuentes documentales consultadas, el conjunto fue construido en el siglo XVII, aunque la capilla mayor y la nave se levantaron de nueva planta en el año 1756 por orden del arzobispo Bartolomeu de Raxoi en su visita de 1754.
La espadaña, a juzgar por la inscripción colocada en su base, es muy posterior, concretamente del año 1856, y vino a sustituir a una anterior realizada en 1748.
El cruceiro es de plataforma octogonal, con una piedad esculpida en el anverso de la cruz.

El último elemento del conjunto es la fuente sagrada de la ermita. El camino que nos conduce a ella pasa al lado de la muralla sur de los restos de un antiguo castro, que justifica el topónimo de Castrobuxán.

La ermita queda cerca de una vieja vía de comunicación, un viejo camino que, siguiendo el curso del Río Grande, comunicaba Vimianzo con la ría de Camariñas. Dada su situación, Xosé María Lema Suárez ha aventurado la hipótesis de que quizás este lugar sacralizado haya sido en otro tiempo un punto de parada de peregrinos que se dirigían hacia Santiago (procedentes del puerto de Camariñas o de Cereixo), o de los que llegaban a Compostela y decidían continuar su peregrinaje hasta el santuario mariano-jacobeo de Muxía o incluso hasta Fisterra.

Si continuamos hasta Cereixo podremos contemplar sus impresionantes torres (actualmente propiedad privada), edificación del siglo XVII que perteneció en principio a Don Pedro de Calo Carantoña y Montenegro. Están situadas en una pequeña península con su puente de acceso, en el vértice de la ría de Camariñas. Se trata, pues, de un bello paisaje de mar y tierra en el que destacan por su gran belleza las dos torres coronadas de almenas, por entre las cuales corre el cuerpo central del edificio, al que se accede por una puerta de arco semicircular encima de la que aparece una gran piedra de armas con la M de los Montenegro y los blasones de las familias Novoa, Bermúdez, Castro de Lemos, Sotomayor, Mendoza y Villamarín. Además, en las fachadas laterales hay también otros escudos pertenecientes a los primitivos linajes de la casa: la cabeza de lobo de los Moscoso, las manos de los Carantoña, el pino de los Caamaño y la torre de Guisamonde.

Completa este conjunto la iglesia románica de Santiago de Cereixo, levantada en el siglo XII y en cuya fachada está recogido el traslado en barca del Apóstol Santiago en la que parece ser una de las más antiguas representaciones del tema que se conocen.
Al lado de las torres y de la iglesia existe también un enorme hórreo y un antiguo molino hoy transformado en vivienda.

Nuestro siguiente punto de interés es la aldea de Carnés, en la que destaca su iglesia de estilo barroco (finales del XVIII), el cruceiro y el recinto donde tiene lugar la Festa da Faguía el 9 de julio la víspera de San Cristóbal.

Siguiendo nuestro recorrido nos adentramos en la parroquia de Berdoias, concretamente en la bella aldea de Santa Cristina, en donde hay una pequeña ermita en honor a dicha santa con una fuente sagrada. En el suelo del altar hay un pequeño receptáculo de forma rectangular lleno de tierra a la que se le atribuyen cualidades curativas para las vacas. La tradición manda coger un puñado de dicha tierra y colgarla al cuello de las vacas durante nueve días. De este modo la vaca estará libre de enfermedades y tendrá buenos partos. Una vez pasado ese período de tiempo, la tierra debe ser devuelta a la ermita. Además, antiguamente se debía dar una limosna a la santa a cambio del servicio que nos había prestado.

Un poco más adelante está la aldea de Pedra do Frade, que conserva elementos típicos de la arquitectura popular como los pozos de piedra en la entrada de las viviendas. El topónimo obedece a una leyenda que relata como un fraile se refugió, infructuosamente, en lo alto de una piedra para evitar el ataque de los lobos. Allí fue devorado y el lugar quedó bautizado como Pedra do Frade y señalizado con un cruceiro.

Para finalizar este itinerario debemos acercarnos a la aldea de Berdoias, núcleo en el que destaca la iglesia de San Pedro y la Casota de Freáns o Caseta dos Mouros. Se trata de un dolmen al que se accede por un camino que parte de la carretera que va a Santiago y que atraviesa el conjunto de casas que conforma la aldea. En él se pueden observar abundantes grabados, cuevitas y algún cruciforme que denota la voluntad de cristianización del megalito.

Itinerario III. Hacia las tierra del Xallas

Pedra da Arca

El tercer itinerario diseñado parte, como todos los demás, de la capital del municipio y pasa por Cambeda, Castrelo, Baíñas, Serramo y Treos.

Nuestra primera parada es la iglesia de Cambeda, cuya arquitectura tiene una base románica, aunque la capilla mayor es netamente neoclásica (de finales del XVIII o del primer tercio del XIX), al igual que la capilla meridional (del último tercio del XVIII).
Por su parte, la torre-campanario continúa la tradición del barroco (últimos años del XVIII), y la capilla del lado norte, construida en el último tercio del XVI, responde perfectamente al estilo que predominaba en la época en que fue construida: gran arcada de traza renacentista y bóveda de crucería nervada de pervivencias góticas.

La sacristía se encuadra dentro del clasicismo del último tercio del XVII. Quizás sea esta la estancia más llamativa de todo el conjunto, ya que en ella podemos encontrar caprichosas figuras en las seis ménsulas que sujetan el pesado techo. Se trata de exóticas figuras de seres míticos o simbólicos, de rostro humano, o de animales imaginarios. No hay relación de continuidad entre las figuras y probablemente ni siquiera tengan significado simbólico consciente. Se cree que se colocaron con una finalidad meramente decorativa. Lo que sí es cierto es que presentan una gran semejanza con las ménsulas de la balconada del Hospital Real de Santiago (1678), y con las del coro de San Martiño Pinario, también en Compostela.

También dentro del municipio de Cambeda se encuentran las capillas de Sanfíns y de Paizás.

El origen del santuario de Sanfíns parece ser anterior a 1607, año en que ya es mencionada por el cardenal J. del Hoyo en su visita al municipio vimiancés. En 1931 fue derrumbada y construida de nuevo por orden del clérigo Saturnino Guinarte.

Su festividad se celebra el 1 de agosto, y quizás sea de destacar la existencia en la parte este del edificio de un roble centenario, de amplia copa y largas ramas que sobrepasan la altura de la propia capilla. A este árbol se le atribuyen ciertos poderes curativos para las más diversas enfermedades, sobre todo de niños. La ceremonia consiste en dar varias vueltas alrededor del roble, luego se rompe una rama y el enfermo debe pasar por debajo de la misma. Por último, se mete la rama en barro y se envuelve en un trapo. Para que el enfermo cure la rama debe crecer.

En cuanto a la capilla de Paizás, sabemos que fue fundada en el siglo XVII por Alonso de Castiñeira y su primera esposa Mariña de Gondomil, pero en el año 1932 el clérigo Saturnino Guinarte, que también fue el responsable de la reforma de la capilla de Sanfíns, realizó una serie de cambios de gran importancia que transformaron la planta de la ermita casi por completo. Además, en 1986 sufrió otra reforma.

También en la aldea de Paizás hay una casa blasonada de perpiaño que data, al igual que la capilla, del siglo XVIII y que fue mandada construir por Martín de Castiñeira, descendiente de la familia originaria de Castiñeira y que dio nombre al lugar.

Si continuamos hasta el municipio de Castrelo (de regreso a la carretera de Baíñas y girando posteriormente a la izquierda), no debemos dejar de visitar su iglesia, con un cruceiro y una fuente sagrada.

Siguiendo hacia Baíñas podemos visitar el dolmen conocido como Pedra da Arca o Casa das Mouras, encuadrada en una gran mámoa de veintiocho por treinta metros. En sus paredes podemos ver restos de grabados formados por líneas rectas, curvas y ondeadas. Parece que también se conservan restos de pinturas en dos manchas próximas a estos motivos.

Nuestra siguiente parada es la iglesia de San Sebastián de Serramo, cuya capilla mayor responde de manera clara al esquema típico del románico rural, aunque el edificio sufrió importantes reformas en el siglo XVIII (concretamente se construyeron la torre-campanario y la sacristía).
En esta iglesia se conserva la que parece ser una de las cruces parroquiales más antiguas que se conservan en Galicia, ya que data del primer tercio del siglo XII, lo que sabemos por las características estilísticas y por los caracteres de la inscripción del anverso.

Desconocemos quién fue el autor de esta pieza, aunque sí sabemos que el donador de la misma fue un tal Ordoño. Se trata de una gruesa cruz de madera de roble recubierta de plata que tiene una altura de 55 centímetros. Su estado de conservación es bastante deficiente, pero el valor artístico e histórico de la pieza es indiscutible.

También en el municipio de Serramo, concretamente en el lugar de Comareiro, podemos visitar una casa blasonada que antiguamente presentaba grandes torres hoy perdidas. Esta casa fue fundada en 1580 por don Gonzalo de Pazos e Señoráns, cuyos sucesores establecerían lazos matrimoniales con las casas de Trasariz de Vimianzo, de Xora (Treos) y de Carantoña.

Serramo contó también con otra casa blasonada hoy desaparecida. Parece ser que estaba situada frente a la iglesia y quizás pertenecía a la genuina familia soneirana de los Pazos, oriunda del lugar de su nombre, en la feligresía de Vilar.
La importancia de Serramo en cuanto a las comunicaciones es patente desde la antigüedad ya que se ha dicho que por esta parroquia vimiancesa pasaba la ramificación norte de la vía romana número 20 “per loca maritima” del Itinerario IV de Antonino. Además, en el lugar de Casa Novas empataba el camino real procedente de Brandomil con el que unía Ponte Olveira y Baio. Serramo era, pues, un punto destacado en las vías de comunicación antiguas.

En Treos podemos disfrutar de la hermosa iglesia de San Miguel, con base estructural románica, situada en un hermoso paraje.

Si queremos visitar el dolmen de Pedra Cuberta debemos tomar una pista a la derecha al lado de la iglesia de San Miguel. Se trata de uno de los monumentos megalíticos mejor conocidos de Galicia debido a los estudios que los arqueólogos alemanes Georg y Vera Leisner hicieron en los años 30 sobre la decoración pictórica del corredor. Esta decoración está formada por dibujos de color negro y rojo sobre fondo blanco empleado a modo de imprimación, así como por representaciones serpentiformes, ondulados, pequeños ídolos y círculos concéntricos. Se desconoce el significado exacto de estas representaciones: en el poco conocido mundo de las creencias neolíticas sólo se puede actuar por suposiciones.
En las excavaciones de los Leisner se encontraron además dos pequeñas hachas de piedra.

Dolmen de Pedra Cuberta. Ver foto ampliada.

Itinerario IV. A orillas del Río Grande

Río Grande

El cuarto y último itinerario marcado parte de Vimianzo y pasa por Salto, Tines, Bamiro, O Mosquetín, Torelo y A Lagoa, para luego volver al punto de partida.

Para llegar a Salto debemos tomar en Vimianzo la estrecha carretera que está situada enfrente a la gasolinera (justo a la salida del núcleo poblacional).

Salto es la parroquia más extensa del municipio (25km2). Allí se encuentra la iglesia de Santa María cuya ábsida, que es la parte más antigua, data muy probablemente de la segunda mitad del XV (estilo gótico). Es muy posible que el atrio albergue en su subsuelo una antigua necrópolis similar a la de Tines, a juzgar por un sarcófago antropomorfo que se conserva al lado de la fachada. Fuera del cementerio existe una fuente santa de la que se recoge agua para ser bendecida.

Un poco más adelante y tomando una carretera a la derecha encontramos el lugar de Castro, topónimo plenamente justificado ya que en ese lugar hay un castro de la edad del hierro.

Nuestra siguiente visita es Tines, importante lugar histórico a juzgar por los caminos que lo recorrieron en la antigüedad (el que venía de Zas y Villar con dirección a Vimianzo y el procedente de Baíñas con dirección a Baio); y por los restos arqueológicos encontrados en el atrio de la iglesia y en los terrenos lindantes. Se trata de una importantísima necrópolis suevo-romana, con enterramientos datados desde el siglo I al VIII d.C.

La necrópolis fue descubierta casualmente durante la construcción de unos panteones y el traslado de la llamada Ermida Vella al templo parroquial. Fue el investigador Manuel Chamoso Lamas el que realizó la única y parcial excavación de la necrópolis de Tines en el año 1951. Este estudioso pudo comprobar que además de la necrópolis, muy probablemente hubo en ese lugar una villa romana con cuatro salas, pórtico e hipocausto.

En Tines se encontró además la conocida como estela funeraria de Victorino, de la época tardorromana, en la cual se puede distinguir un rostro humano toscamente grabado (unas simples incisiones que representan las cejas, los ojos y la nariz) y en la parte inferior se puede leer: “VICTORI/ NVS/ IN PACE/ ANNORV/ MLXX”. Hay estudiosos que creen que se trata de la primera muestra epigráfica cristiana de Galicia, datable a finales del siglo IV o principios del V. Actualmente, la estrella de Victorino se conserva en el Museo Arqueológico de A Coruña.

Ningún estudioso duda de la importancia del descubrimiento de la necrópolis de Tines, pero lo cierto es que los restos encontrados durante las excavaciones de los años 50 quedaron completamente abandonados en el propio atrio de la iglesia, sin ninguna clase de protección por parte de las autoridades.
En 1986 se descubrieron dos nuevas tumbas en una finca aledaña a la iglesia: una de ellas todavía conservaba los restos óseos.

La parte más antigua de la iglesia de Santa Baia de Tines es el ábsida, de estilo románico, aunque este edificio sufrió importantísimas reformas en el siglo XVIII siguiendo las directrices de esa época.

Son de destacar los dos capiteles: el del lado norte representa la escena bíblica del pecado y el castigo de Adán y Eva y el del lado sur nos muestra el martirio de la virgen y mártir emeritense Santa Baia, a la que está dedicado el templo.

En Xora (parroquia de Treos) existió en la antigüedad un pazo del que tan sólo se conserva la capilla, que se confunde con las casa del lugar en su parte norte.
El fundador de esta casa fue Martín de Antelo, que contrajo matrimonio con Clara Pérez de Moscoso (siglo XVI). El último dueño de esta edificación se la vendió a los caseros, y éstos prefirieron derribar la antigua construcción y levantar una nueva casa, situada en la zona oeste de la capilla.

De acuerdo con las fuentes documentales disponibles (escritura de fundación), la capilla fue fundada en 1697 por el capitán y señor del pazo de Xora don José Antonio de Caamaño y Bermúdez de Lobera. El estilo predominante es el gótico, aunque en su etapa final. Su estado de conservación era muy deficiente y las autoridades no parecían dispuestas a repararla a pesar de las continuas peticiones al respecto de los vecinos que en 1993 decidieron restaurarla por su propia cuenta.

La parte más interesante de la capilla es la fachada del muro sur, de cantería en su totalidad, por tener adosado un escudo de armas abrazado por una sirena (el símbolo de los Mariño). También se observan los símbolos de los Caamaño (un pino y varias lanzas); de los Lobera (dos lobos) y de los Bermúdez, entre otros.

Si continuamos hasta Cheis podemos visitar un cruceiro gótico que data aproximadamente de finales del siglo XIV o principios del XV. En él se representa a Jesucristo crucificado, con las figuras de la Virgen y San Juan a ambos lados. En la parte posterior hay una representación de la Trinidad y debajo de Dios Padre aparece la figura de un hombre, probablemente el Apóstol Santiago, aunque también podría ser José de Arimatea.

En la cumbre del pequeño monte de Montetorán (222m), situado en la parte norte de la parroquia de Bamiro, existe una ermita en honor e Nuestra Señora de Montetorán. Esta ermita existía ya a principios del siglo XVII (el cardenal J. del Hoyo la cita en su visita de 1607), pero durante el siglo XVIII sufriría importantes obras de remodelación.

La festividad de Nuestra Señora de Montetorán se celebra a principios de mayo, y a ella acuden los romeros para aliviar los males de cabeza, de ahí el dicho popular “A Montetorán tódolos tolos van”. Además, la Virgen cura todo tipo de enfermedades y dolencias: la tradición manda lavar los miembros enfermos y doloridos en la fuente santa situada cerca de la ermita. Luego hay que dejar los paños mojados a secar al sol en el lugar donde está emplazada la fuente.
Dentro del campo que rodea a la ermita hay un cruceiro con una piedad en el anverso de la cruz. En la parte norte se construyó un pequeño oratorio sobre unas grandes piedras utilizado para la misa de campaña el día de la fiesta y antiguamente también los días de feria.

El investigador Xosé María Lema Suárez aventura la hipótesis de que quizás esta ermita, junto con la Ermida Vella de Tines y la de Castrobuxán, haya formado parte de una antigua ruta de peregrinación jacobea.

Retomando la C-552 en dirección Baio-Fisterra llegamos, tomando una estrecha y sinuosa pista a la derecha, al conjunto etnográfico de los Batanes de Mosquetín, situado en la margen derecha del Río Grande do Porto. Se desconoce la antigüedad de estas construcciones, aunque ya se encuentran referencias sobre las mismas en el Catastro de Ensenada (año 1753).

Los batanes y molinos de Mosquetín pertenecieron hasta el año 1997 a los vecinos del lugar; fue en ese año cuando la Diputación de A Coruña los compró para hacerse responsable de su recuperación, ya que se encontraban en un estado lamentable.

Los tres batanes y seis molinos harineros eran usados por los vecinos de las parroquias de Soneira y Bergantiños, así como también por gente de la zona del Xallas y de la ría de Noia, para moler grano y abatanar los tejidos de lana que elaboraban de forma artesanal. De este modo conseguían convertir un tejido de textura poco firme en otro de trama más prieta.

La importancia y singularidad del lugar es evidente, ya que se trata de un claro ejemplo de la ingeniería popular, que supo aprovechar la fuerza del agua a través de una serie de canalizaciones para moler el grano y para mejorar su industria textil artesanal. Por otro lado, el entorno presenta una frondosa vegetación formada principalmente por especies autóctonas.

Continuando por la misma pista estrecha (en la que se ubica una piscifactoría), llegamos al lugar de Señoráns, donde se conserva una casa blasonada e interesantes conjuntos de molinos.

Si giramos a la izquierda nos encontramos de nuevo con la C-552 pero antes del cruce, a mano izquierda, debemos pararnos a visitar la ermita de Santa Helena o Santa Irena, construida muy posiblemente en la primera mitad del XVIII, aunque carecemos de noticias documentales que así lo constaten, y situada al pie del Río Grande. Cerca de ella existe un área de descanso para pescadores. Su festividad, en honor de la Virgen de las Nieves, se celebra el 3 y el 4 de mayo.

En Castromil hay un pazo con una capilla, de propiedad privada y cercado por una muralla. La capilla, de estilo barroco, fue fundada en 1758 ó 1759 por Domingo Antonio López de Miranda, escribano de la jurisdicción de Soneira, y su esposa Isabel de Pazos, matrimonio hidalgo que habitaba por estos años el pazo o casa grande de Castromil.

Si nos acercamos a Torelo, zona de abundantes ríos y regatos a la que acude un gran número de pescadores, podremos contemplar un puente que fue construido por orden de Isabel II. Cerca de él, tomando un camino que los vecinos conocen como “a calzada”, se encuentra un molino de piedra con canalización de agua que todavía funciona.

Nuestra última parada antes de regresar a Vimianzo es el lugar de A Lagoa, en donde se levanta la Ermita de la Virgen de la Peregrina, imagen esta vinculada a la tradición jacobea por llevar traje de peregrino noble con una concha de vieira dibujada y portar bordón con calabaza en su mano derecha.

La situación de este lugar, a orillas del antiguo camino real A Coruña-Fisterra, ha llevado a Xosé María Lema Suárez a pensar que el origen de la capilla está en la existencia de una antigua ruta de peregrinación. Hasta hace unos años existía una fuente enfrente a la capilla, al otro lado de la carretera.

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